Cuando los analistas y políticos hablan de la importancia de que en los colegios se respete la diversidad, la inclusión, que se frene y desactive el bullying y se eduque hacia una convivencia en la que no se discrimine por razones de raza, sexo, religión o condición discapacitante, daría la impresión que es algo relativamente accesible y dependiente solamente de la buena voluntad y capacitación de los maestros.

Eso es muy poco viable. Para hacerles la cosa simple, les sugiero imaginar una analogía más próxima a sus realidades cotidianas adultas para ver las limitaciones que tienen estas expectativas, especialmente cuando no hay un modelo adulto socialmente instalado que ayude a entenderlo.

Imaginemos un salón de clases de secundaria conformado por 25 alumnos que tienen perfiles equivalentes a los de Pedro Castillo, Jorge Montoya, Patricia Chirinos, Indira Huilca, Aníbal Torres, Patricia Juárez, Guillermo Bermejo, Alejandro Salas, Alejandro Cavero, Guido Bellido, Waldemar Cerrón, Maricarmen Alva, Esdras Medina, Susel Paredes, Héctor Valer, Dina Boluarte, Enrique Wong, Lady Camones, Ilich López, Alejandro Muñante, Betzabet Chávez, Hernando Guerra García, Ruth Luque, Willy Huerta y Kelly Portalartino.

Se pide a los profesores que hagan su mejor esfuerzo por crear un clima de distención, tolerancia, convivencia armónica sin bullying ni agresiones, buscando acuerdos en las diversas discusiones en aras de trabajar en equipo y ser altamente productivos respecto a sus desempeños escolares. Tener presente además el sentido ético que debe primar en la conducta humana para construir una sociedad que se rija por los valores que sostienen nuestra Constitución.

¿Creen ustedes que eso es posible? A juzgar de lo que vemos cotidianamente, no hay forma de que eso ocurra. El Perú es hoy un espacio abierto para la batalla, los fanatismos, los disensos violentos, las agresiones verbales y físicas continuas, la no-moralidad, la ineficiencia e incompetencia, el caudillismo, populismo y voluntarismo. Me pregunto ¿por qué habría de ser distinto en las aulas de clases, cuando una de las reglas fundamentales de la educación es que los niños aprenden imitando a los adultos?

Los únicos que se salvarían de reproducir el modelo vigente serían los que encuentran en sus colegios la oportunidad de expresar su insatisfacción, su disconformidad genuina con una realidad que apesta, los que se educan para ser agentes del cambio, aunque serían pocos porque muchos colegios tienen diversos medios represivos a su alcance para acallarlos o excluirlos “por indisciplinados”.

Si realmente queremos tener un escenario futuro peruano promisorio todos los actores adultos, empezando por los más visibles que dirigen las riendas del país, deben hacer su parte para deconstruir esta imagen suicida y conformar la alternativa que es la que puede inspirar a nuestros niños y jóvenes a verse militando en un escenario mucho más acorde con todos los valores que son enunciados continuamente como aquellos que aspiramos tengan vigencia en el Perú.

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